Los productores se encaminan a ensanchar la oferta y el agregado de valor. Desde el "cordero cordobés" hasta hilados y cortes.
Circulan aires innovadores en los corrales de La Ovis, cabaña de Texel en el centro geográfico cordobés, punto medio entre el árido paisaje serrano del noroeste y las praderas del sur.
Cuando se traspone la tranquera, lo nuevo tiene que ver con el trabajo compartido, el acopio de lana entre varios productores y otras acciones que miran por el espejo retrovisor los tiempos en que los dueños de las majadas aparecían desconectados por la distancia o por el individualismo.
Sobre la ruta provincial 4, a la salida de Villa Nueva (departamento General San Martín) el establecimiento de Gerardo Colombano es el punto de encuentro. Entre las labores colectivas está el acopio y enfardado de lana procedente de distintos establecimientos, que luego es enviada en volúmenes importantes para el lavado, cardado y peinado, uno de los pasos en el agregado de valor en la cadena.
Referente
Colombano es el presidente de la Cámara de Productores Ovinos de Córdoba (Capoc), con personería jurídica desde abril de 2017. Junto con su señora Gloria Reano son los propietarios de esta cabaña que cuenta con un plantel de 600 madres Texel, reproductores (de pedigrí y puros por cruza), y se especializa en proveer ejemplares de buena genética y en la producción de carne y lanas procesadas.
Como dato de la cultura asociativa y también de la diversidad geográfica y de ambientes productivos reciben a Agrovoz junto a otros dos integrantes de la entidad ovina. Edgardo Rubio, focalizado en la raza Merino (apreciada por la calidad de su lana), en la zona rural de Candelaria, en el departamento Cruz del Eje. Y Cristian Donati, de la cabaña La Catalina, que cuenta con un plantel de Hampshire Down -los reconocidos “cara negra”- en el paraje Santa Rosa, 20 kilómetros al norte de Villa María; también se dedica a los reproductores y a la producción de carne.
Cada campo y cada zona ofrecen una realidad diferente, pero quienes apostaron a integrar la cámara no se desvían de los objetivos comunes, mencionan durante la recorrida por el establecimiento.
La dotación forrajera es variada, en un ambiente con bajos pronunciados que en 2014 quedaron bajo el agua de la inundación. Pero ahora se recuperan con un manejo de Buenas Prácticas Agropecuarias (reconocidas por el Ministerio de Agricultura de la Provincia). En los potreros se combinan pastos naturales con variedades o consociaciones de agropiro, melilotus, grama rhodes, acelga forrajera; también moha y alfalfa (en este último caso para la comercialización a terceros).
Modo asociativo
“Nos juntamos porque consideramos que todo sistema asociativo da muchos beneficios, y la cámara lo es; nos permite cumplir diferentes objetivos y, sobre todo, para que nuestra producción valga más, con la salvedad de que cada productor realiza su propia explotación”, señala Colombano.
Rubio, por su lado, menciona cómo fueron los comienzos, a partir de una jornada provincial ovina en Arroyo Cabral. “Allí conocí una cantidad de productores que me sorprendió; se generó un grupo, viajamos a Entre Ríos, Corrientes, Uruguay, visitamos establecimientos, curtiembres, lavaderos, frigoríficos. Nos dimos cuenta de que había esfuerzos dispersos y era necesario juntarse”, dice.
Antes de llegar a la decisión de conformar una cámara se analizaron distintas figuras jurídicas (mutual, asociaciones, cooperativas) para concluir que una cámara era lo que más se adaptaba a los intereses del grupo. Los pioneros fueron 23 y hoy ya están en más de 150.
Manejo de la lana
El proceso de la lana es una de las actividades en las que se aúnan tareas para el acopio y luego enviar la materia prima enfardada para su lavado y acondicionamiento. El Estado subsidia la operación, en el marco de la ley ovina, y una cooperativa de Curuzú Cuatiá (Corrientes) se encarga del proceso. “Desde Corrientes viene la lana en top de aproximadamente 10 kilos; tenemos artesanas que se encargan del hilado y la mandamos a teñir a Buenos Aires. En este momento, estamos tratando de concentrar ese trabajo (el teñido) acá en Villa María”, señala Gloria Reano, encargada de esta coordinación.
“Hay mucho movimiento artesanal alrededor de la lana. Y nosotros en particular estamos apuntando a esto, el vellón teñido, porque tiene muy buena salida. Las finalidades son varias: fieltros, tejido de mantas, cubrepiés, alfombras, también para hilar en múltiples colores; con los desperdicios se confeccionan alfombras”, dice Reano, mientras exhibe distintos hilados.
Con sus Merino, Rubio está logrando 145 pesos por kilo de top de lana “equivalente sucio”; es decir, si envía al proceso de lavado, cardado y peinado 100 kilos de lana sucia recién esquilada, obtiene en la comercialización 145 pesos por ese volumen original. Mientras que quienes solo venden la lana sucia en el campo perciben 10 pesos por kilo (15 como caso excepcional). A este productor de lana fina se le abre otro mercado, producto de una nueva tendencia en el mundo de utilizar cobertores de pañales de lana, en reemplazo de bombachas de goma.
Un fabricante de Jujuy lo contactó para este proyecto.
Para el tratamiento y comercialización de cueros, los productores trabajaron primero con una curtiembre de Entre Ríos y ahora con una de Miramar, en Córdoba. Logran colocarlos a razón de 31 pesos por unidad, de modo que con unos 100 cueros un criador podría cubrir en gran parte el costo de una esquila.
La cámara estableció vínculos con las universidades de Córdoba y de Villa María, al igual que con el Inta, para actividades de capacitación y mejoramiento. En 2017 concretaron 16 encuentros de capacitación, se organizó una diplomatura en la UNVM, que se repetirá este año.
Estudian la posibilidad de importar semen y embriones de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica y están pendientes de realizar experiencias en la FCA-UNC, donde se comienza a dictar una carrera zootécnica.
Como ocurrió con las carnes aviar y porcina, los productores de ovinos buscan terciar en el consumo doméstico, frente al reposicionamiento exportador de los cortes bovinos.
“Apuntamos a aumentar la producción y la calidad, a lograr un cordero más pesado y queremos llegar a la góndola con carne ovina trozada en diferentes cortes y también a mejorar el marketing. Tenemos un desafío por delante que es instalar la necesidad de consumo de carne de cordero cordobés”, resumió Colombano.
Y, de paso, pidió “que no sigan poniendo ?cordero patagónico’ en etiquetas de supermercados o en las cartas de restaurantes, cuando en realidad son nuestros, corderos que nos están comprando a nosotros”, dice.
En la provincia hay seis frigoríficos habilitados para ovinos, (en Villa Dolores, Cruz del Eje, Deán Funes y Río Cuarto), pero los productores consideran que hay cuellos de botella, discusión por precios, se faena mucho en el campo y hay bastante por recorrer para un aprovechamiento integral y de diferentes nichos, como el destino de la carne de ovejas viejas o de descarte. Hoy el grado de utilización es bajo, con demandas focalizadas en gastronomía (cocina árabe, comunidad sirio libanesa, entre otras). La demanda de corderos para eventos también es otro foco en el mercado.
Promoción del consumo
Colombano adelanta una estrategia de marketing para el futuro inmediato. “Estamos en conversaciones con el Ministerio de Agricultura y Ganadería (a cargo de Sergio Busso) y vamos a salir a promocionar el consumo de cortes de carne ovina en todas las ciudades de la provincia; las cualidades no sólo de una pata, paleta o reses de cordero, sino de 80 cortes y preparaciones diferentes, desde las más sencillas, como milanesa, asado, un guiso, hasta los preparados gourmet más sofisticados”, detalla el presidente de la cámara.