“Con sus actuales razas la producción ovina uruguaya puede producir más kilos en sus carcasas”, afirmó el asesor del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y ex catedrático de Facultad de Veterinaria, Jorge Bonino Morlán a El País.
Es que esta semana, en el marco del Seminario: “El Negocio Ovino”, organizado por el SUL, el presidente de Frigorífico “San Jacinto”, Gastón Scayola, marcó como una necesidad “generar más kilos de producto para mejorar la rentabilidad”. A su vez, abierto el mercado de Estados Unidos para la carne ovina uruguaya con hueso, habrá demanda por carcasas más pesadas y mejor terminadas.
Según Bonino “Uruguay posee un abanico de razas que permiten tener toda la genética adecuada para que definiendo el sistema de producción en base a los objetivos productivos y teniendo en cuenta las condiciones físicas del predio, se puede buscar la raza que mejor se adapte y producir bien”, explicó Bonino.
A su vez, el ovino tiene la ventaja de ser un rubro complementario, como bien puede ser el caso de la agricultura granelera —donde hay puentes verdes que ya se están usando para invernar corderos— o la ganadería de carne y leche.
El asesor del SUL remarcó la necesidad de “no seguir discutiendo que raza es mejor, porque todas tienen sus grandes virtudes. Los productores de ovinos tenemos que unirnos para levantar las restricciones y elevar la producción”, para así aprovechar las oportunidades de mercado, dijo Bonino.
Bajar la mortandad de corderos y elevar la productividad por vientre, atendiendo mejor la alimentación, el manejo y la sanidad, son claves para incrementar el stock ovino, pero para eso los productores también precisan señales del mercado y esas señales pasan por mejorar los precios que justifiquen las inversiones necesarias para poder crecer.
“La industria pide una mayor oferta de producto y una desestacionalización de la producción en el año. Visto del lado productivo o técnico, para eso se precisa un incentivo para mejorar ingresos”, sostuvo Bonino. La producción de corderos hoy está concentrada en ciertos meses del año porque las posibilidades forrajeras en esos meses ayudan y “no hay necesidad de aplicar otras medidas que ocasionan gastos que no se ven reflejados en el precio”, reconoció el asesor del SUL.
Potencial. “En las condiciones productivas de Uruguay apenas falla entre 4% y 5% de las ovejas encarneradas por más que no se apliquen medidas importantes como el descarte de los animales que fallan al servicio, manejo común en el rodeo bovino”, afirmó Bonino.
Según la visión de este asesor, aplicando medidas de manejo reproductivo, la preñez se puede elevar entre 20% y 40% y a eso hay que sumarle el potencial genético del país. Cabe aclarar que son pocos, pero hay casos exitosos en Uruguay de predios que logran preñeces de 100% y 120%.
“Si todavía le aplicamos la selección en base a prolificidad e ingresando genes prolíficos, como se hace con las distintas razas, se pueden conseguir mayores porcentajes de mellizos”, agregó Bonino.
Mejorando la producción también crecerán los ingresos del productor, se generará más trabajo y se elevará la posibilidad de afincar y valorizar la producción ovina, especialmente, la de pequeños productores que tienen a la oveja por vocación.
Bicheras. Entre las restricciones que hoy pesan para que el rubro ovino no crezca, además de los predadores, abigeato o los ataques de las jaurías de perros con y sin dueño sobre las majadas, está la mosca de la bichera.
La parasitosis donde la larva de la mosca —conocida como gusano barrenador— causa enormes pérdidas en algunos departamentos del norte del país, sigue preocupando luego de 15 años de trabajo en Uruguay para controlarla.
“Hace 15 años atrás, el SUL —bajo la presidencia del Dr. Jaime Castells— comenzó a liderar en el tema y se fue generando información que permitió avanzar. Hoy es una restricción sanitaria importante”.
Años atrás se desarrolló en Artigas una importante experiencia trabajando con moscas estériles, investigación que marcó el camino para erradicar el parásito. Acciones similares hoy no se justifican si Brasil y Argentina no aplican el mismo combate que Uruguay, pero a la vez son costosas y hace falta financiamiento externo.
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